El pasado 15 de noviembre de 2020, China junto a otros
14 países de Asia y Oceanía firman el
mayor acuerdo comercial del mundo. De esta manera, nace la RCEP (Asociación
Económica Integral regional) que
constituye un mercado de más de 2.000 millones de personas regido por los principios de la libertad
comercial para favorecer la circulación de productos manufacturados en los países que integran la zona. Éste ha sido el acontecimiento más destacado en relación al gigante asiático
durante el período comprendido entre
octubre y noviembre, tal como demuestra el tratamiento que le han
dispensado los principales medios de comunicación españoles.
Todos coinciden en que con la firma de este tratado, la República Popular China se ha apuntado una importante victoria en el contexto de la guerra comercial con EEUU, dando un paso importante en su camino para alcanzar la hegemonía mundial. Y es que la constitución de esta zona de libre comercio no es baladí, ya que supone un claro giro del eje económico global hacia el eje Asia- Pacífico. Con este acuerdo unido a la Nueva Ruta de la Seda, la llamada “fábrica del mundo” se garantiza seguir funcionando a pleno rendimiento lo que conllevará una subida de la exportaciones y, por ende, un refuerzo de su economía.
Pero los beneficios que trae este pacto para China sobrepasan el plano económico, aunque ésta sea su principal razón de ser. Supone un aldabonazo geopolítico y geoestratégico de primer orden, además de un catalizador para mejorar la imagen y reputación del gigante asiático de cara al exterior. Los medios inciden en que el hecho de que EEUU quede aislado de este tratado posibilita que China asuma el liderazgo de la zona comercial más grande del mundo, por lo que ganará mayor independencia del país norteamericano a la hora de abastecerse de ciertas materias primas y componentes. Algo que puede resultar fundamental para decantar la balanza de la guerra comercial hacia el país oriental, sobre todo en lo relacionado con la tecnología. Por otro lado, la RCEP proyecta una imagen de la República Popular aperturista, diplomática y dialogante, al aparecer como impulsora del multilateralismo en un continente en el que no es algo tradicional y como defensora de la libertad económica.
En este marco se presenta como un país con capacidad de negociación para limar asperezas y superar diferencias, como en el caso de Australia con la que había tenido roces diplomáticos en las últimas fechas.
El nacimiento de esta zona de libre comercio se produce en una coyuntura en la que la recuperación económica del país asiático es un hecho, tal como demuestran la subida del Yuan frente al Dólar, los datos del PIB en el tercer trimestre o el valor de la Bolsa, la cual consiguió batir su récord en octubre. Esta fortaleza y solidez económica contrasta con la recesión que se vive en el mundo occidental, azotado por la segunda ola de la Covid-19. Es por ello que los medios ponen su foco en el país asiático como mejor destino para los inversores y mercado estratégico para las empresas españolas. La recuperación en V que ha experimentado el país asiático junto al control de la pandemia, puesto en duda por parte de la prensa, propicia la reactivación del turismo interno (grandes cifras en la Semana Dorada) y del consumo (véanse las cifras alcanzadas en China por BMW y Audi).
Esta fortaleza también se ve reflejada en las empresas de la República. El gigante del comercio electrónico Alibaba ha sido protagonista en este período en el que presentó grandes resultados trimestrales que quedaron refrendados por las cifras alcanzadas en la campaña del Día del soltero. Y todo ello pese al revés que ha supuesto para el grupo la cancelación por parte del Gobierno de Xi Jinping de la OPV Ant Group, que apuntaba a marcar un hito en la historia de la Bolsa mundial. Por otro lado, empresas como el fabricante de móviles Vivo o la automovilística Lynk&Co desembarcan en España con el objetivo de hacerse un hueco y asentarse como ha hecho Lenovo por ejemplo, que es la que vende más ordenadores portátiles en nuestro país.
La fortaleza económica de China es palpable a día de hoy. Tanto, que desde los medios españoles empieza a percibirse como hegemónica en esta materia, lo que provoca que sea vista tanto como oportunidad como amenaza.
Lo ha hecho poco después de la firma de un acuerdo bilateral entre el Vaticano y China para el nombramiento de obispos en el gigante asiático. Un pacto que puede verse como un simple instrumento de lavado de imagen, ya que las autoridades del país asiático continúan con la persecución de minorías religiosas como, precisamente, la católica, como demuestra la detención de varios sacerdotes y religiosos de la diócesis de Baoding.
En este marco se presenta como un país con capacidad de negociación para limar asperezas y superar diferencias, como en el caso de Australia con la que había tenido roces diplomáticos en las últimas fechas.
El nacimiento de esta zona de libre comercio se produce en una coyuntura en la que la recuperación económica del país asiático es un hecho, tal como demuestran la subida del Yuan frente al Dólar, los datos del PIB en el tercer trimestre o el valor de la Bolsa, la cual consiguió batir su récord en octubre. Esta fortaleza y solidez económica contrasta con la recesión que se vive en el mundo occidental, azotado por la segunda ola de la Covid-19. Es por ello que los medios ponen su foco en el país asiático como mejor destino para los inversores y mercado estratégico para las empresas españolas. La recuperación en V que ha experimentado el país asiático junto al control de la pandemia, puesto en duda por parte de la prensa, propicia la reactivación del turismo interno (grandes cifras en la Semana Dorada) y del consumo (véanse las cifras alcanzadas en China por BMW y Audi).
Esta fortaleza también se ve reflejada en las empresas de la República. El gigante del comercio electrónico Alibaba ha sido protagonista en este período en el que presentó grandes resultados trimestrales que quedaron refrendados por las cifras alcanzadas en la campaña del Día del soltero. Y todo ello pese al revés que ha supuesto para el grupo la cancelación por parte del Gobierno de Xi Jinping de la OPV Ant Group, que apuntaba a marcar un hito en la historia de la Bolsa mundial. Por otro lado, empresas como el fabricante de móviles Vivo o la automovilística Lynk&Co desembarcan en España con el objetivo de hacerse un hueco y asentarse como ha hecho Lenovo por ejemplo, que es la que vende más ordenadores portátiles en nuestro país.
La fortaleza económica de China es palpable a día de hoy. Tanto, que desde los medios españoles empieza a percibirse como hegemónica en esta materia, lo que provoca que sea vista tanto como oportunidad como amenaza.
Lo ha hecho poco después de la firma de un acuerdo bilateral entre el Vaticano y China para el nombramiento de obispos en el gigante asiático. Un pacto que puede verse como un simple instrumento de lavado de imagen, ya que las autoridades del país asiático continúan con la persecución de minorías religiosas como,precisamente, la católica, como demuestra la detención de varios sacerdotes y religiosos de la diócesis de Baoding.
La presencia constante de este tipo de denuncias en los medios debilita la imagen de China ante una audiencia acostumbrada a las libertades de un sistema democrático como es el español. Emponzoñando de esta manera la confianza en la marca China pese a las potencialidades que presenta en otros ámbitos.
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